Sentido duelo en el entierro de Celia García, que falleció a los 109 años
Los vecinos de Caravia despidieron ayer en silencio a su abuela más veterana, Celia García Rivero, que falleció el pasado jueves, a los 109 años. Alegre, vital, divertida y afable, sus vecinos recordaban anécdotas de su vida. El entierro de la anciana reunió en Caravia Alta a decenas de familiares, amigos y vecinos.
Caravia Alta,Bárbara MORÁN
Alegre, vital, divertida y muy popular. Así definían ayer sus amigos y sus vecinos a Celia García Rivero, fallecida el pasado jueves a los 109 años de edad. El entierro de la anciana, viuda de Carlos Balbín Vázquez, reunió a decenas de personas. La mujer murió en Oviedo, donde residía desde 1995; pero sus antiguos vecinos no la han olvidado. Carlos Fidalgo, amigo de la fallecida, destacaba que ella «siempre se apuntaba a todo, era divertida y alegre. Hace dos años que no la veía, pero recuerdo que la última vez que vino comió una tapa de picadillo y huevos fritos. Tenía 107 años. Era puro carácter. Con 92 años recuerdo que tomaba todos los domingos el vermú con mi madre y más amigas. La echaremos de menos», señaló.
Fidalgo es el propietario y fundador del restaurante Casa Carlos, situado a escasos metros de la casa natal de Celia. Todos los hijos y sobrinos de Fidalgo recordaban ayer que Celia les daba dinero en fechas especiales y se brindaba siempre para cuidarlos.
Patricia Fidalgo era una de las predilectas de Celia. «Cuando era pequeña siempre cuidaba de mí. Era cariñosa y muy buena. La última vez que la vi fue hace ocho años. Tuve a mi primer hijo y lo traje para que lo viese. Siempre la recordaremos; era muy especial», relató Patricia Fidalgo.
Se quedó viuda a los 70 años. No tuvo hijos, así que hace 12 años sus sobrinos decidieron que lo mejor para ella, debido a su edad, era su traslado a Oviedo. Desde entonces todos sus vecinos la echaban de menos. «Se notó mucho su falta porque era muy alegre y siempre estaba haciendo cosas. Después vino en alguna ocasión por el verano, pero hacía dos años que no la veíamos, aunque hablamos en alguna ocasión por teléfono y era la misma de siempre, a pesar de la avanzada edad», recuerda Patricia Fidalgo. Sus sobrinos destacaban ayer dos cosas de su tía: su excelente salud y su carácter afable.
Vecinos, amigos y sus dos sobrinos, la única familia que tenía Celia García, acudieron ayer al cementerio de Caravia Alta para darle el último adiós. Una despedida emotiva, precedida de un funeral en Oviedo. La ceremonia caraviana la ofició el párroco José María Orviz Roces.
La noticia en La Nueva España
Fidalgo es el propietario y fundador del restaurante Casa Carlos, situado a escasos metros de la casa natal de Celia. Todos los hijos y sobrinos de Fidalgo recordaban ayer que Celia les daba dinero en fechas especiales y se brindaba siempre para cuidarlos.
Patricia Fidalgo era una de las predilectas de Celia. «Cuando era pequeña siempre cuidaba de mí. Era cariñosa y muy buena. La última vez que la vi fue hace ocho años. Tuve a mi primer hijo y lo traje para que lo viese. Siempre la recordaremos; era muy especial», relató Patricia Fidalgo.
Se quedó viuda a los 70 años. No tuvo hijos, así que hace 12 años sus sobrinos decidieron que lo mejor para ella, debido a su edad, era su traslado a Oviedo. Desde entonces todos sus vecinos la echaban de menos. «Se notó mucho su falta porque era muy alegre y siempre estaba haciendo cosas. Después vino en alguna ocasión por el verano, pero hacía dos años que no la veíamos, aunque hablamos en alguna ocasión por teléfono y era la misma de siempre, a pesar de la avanzada edad», recuerda Patricia Fidalgo. Sus sobrinos destacaban ayer dos cosas de su tía: su excelente salud y su carácter afable.
Vecinos, amigos y sus dos sobrinos, la única familia que tenía Celia García, acudieron ayer al cementerio de Caravia Alta para darle el último adiós. Una despedida emotiva, precedida de un funeral en Oviedo. La ceremonia caraviana la ofició el párroco José María Orviz Roces.
La noticia en La Nueva España
3 comentarios:
Recuerdo a Celia con mucho cariño, con frecuencia nos acercábamos por su casa, siempre nos recibia con una sonrisa. Decanse en paz.
No es de un anónimo el anterior mensaje , soy maria paz que de nuevo tuve problemas para entrar con mi nombre.
Este ricón de la Fíbula se lo dedicamos a Celia, y un fuerte abrazo a sus familiares y amigos.
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